Alfredo viajaba en su vehículo con toda tranquilidad, transitando por la carretera justo al anochecer, utilizando su sencillo vehículo liviano de color plateado y modelo 98. Justo cuando llegaba a la entrada de la provincia porteña observó a una joven pidiendo aventón.
La muchacha era veinteañera, de largos cabellos rubios y ojos azules, vestía una camiseta blanca sin mangas, unos jeans negros y mullidos, zapatos tennis y anteojos oscuros. Era muy atractiva.El auto de Alfredo se detuvo para ofrecerle el servicio de transporte a la muchacha, ésta se introdujo al vehículo sin mayor trámite o reparo.—Buenas... ¿a dónde vas? —preguntó el improvisado chofer.—A la próxima ciudad, por favor, gracias —respondió.—Vamos para allá. ¿Cómo te llamas?