— ¿Todo bien? — preguntó Noah entrando a la oficina. — Tu tiempo ha terminado, Sorni — puntualizó Noah; era evidente que no era una charla amena la que sostenían. El abogado a regañadientes se alejó de Itzam; antes de salir de la oficina, le lanzó una última mirada de advertencia.
— ¿Se atrevió a golpearte? Debes despedirlo de inmediato — exclamó Noah furioso.
— No lo voy a despedir, es el abogado de la familia. Además, es el único que sabe de Milenka y está a cargo de todo lo que refiere a ella, en el tema legal, claro — explicó Itzam mientras revisaba el golpe en su mentón.
— ¿Cuál es su maldito problema?
— Cree que me acosté con ella — soltó Itzam.
— ¿No? —indagó Noah con suspicacia.
— Por s