Después del supuesto rescate heroico que hizo Samuel, según la señorita Herlinda, mi madre no dejaba de hablar de lo buen hombre y guapo que era, eso lo repetía cada que me veía y yo ya me estaba cansando.
Yo prefería pasar mis días encerrada en mi cuarto leyendo, así me distraía un poco y evitaba a mi madre y a la señorita Herlinda.
— Mi lady, el duque quiere verle — me dijo Amelia entrando a mi habitación.
Yo me senté en la cama y la quedé mirando con el ceño fruncido.
— ¿para qué? — le pregunte.
La puerta de mi habitación se abrió de golpe y mi madre entro, se le notaba lo emocionada en el rostro.
— levántate — me ordeno.
Yo me quede en la cama, ella se acerco a mi y de un jalón me bajo de la cama.
— no te atrevas a arruinar esto — me advirtió.
Yo camine con ella, o mas bien me arrastre mientras ella caminaba sosteniendo mi brazo.
Cuando llegamos a la puerta del salón, mi madre me soltó y me miro a los ojos.
— creo que le gustas, así que vamos a entrar y tu serás la muje