Bailaron algo más de tres canciones antes de regresar a la mesa con los demás; ya era bastante tarde, la noche avanzaba rápidamente, o esa es la sensación cuando la estás pasando bien. Gabriella estaba más animada que de costumbre y los otros un tanto borrachos. Para Fabrizio, era razón suficiente para irse.
—Vamos, te llevo a casa —dijo Fabrizio al tomarla de la mano y ponerse de pie. Ella no protestó, estaba cansada y ya era hora de irse a casa y dormir. Así que también se puso de pie, se despidió de todos y salió junto a Fabrizio.
—¡Espera! Le dije a mi hermana que se llevara mi auto y allí estaba mi cartera; no tengo llaves —dijo Gabriella, frunciendo el ceño mientras buscaba en su bolso.
—¿Tu hermana estaba con nosotros en el bar? ¿Por qué no la conocí? —preguntó Fabrizio, con una expr