Después de la cancelación de mi cita con la rectora, me quede en mi oficina trabajando en varios pendientes, aprovecho el tiempo para ponerme al día con los deberes administrativos y demás cosas. Me pongo a pensar en el éxito que tendrán las conferencias, así que me parece buen momento de llamar a Sergio Maldonado.
Busco en la agenda de mi celular y marco el número, después de un par de repiques lo escucho del otro lado de la línea.
Sergio: ¡Kikee! ¿Cómo estas hermano? ¿A qué debo el gusto de tu llamada?
Enrique: buenas tardes Maldonado (ríe), ¿Qué no puedo llamar para saludar a un viejo amigo?
Sergio: (Ríe) no te hagas la víctima, y dime para que soy bueno.
Enrique: está bien me descubriste (ríe), ya tengo la aprobación de la universidad para tus