Capítulo 38. Una pequeña esperanza

Erik se había acercado a ella también cuando la vio palidecer, la atrapó antes de que se estrellara contra el suelo. Incluso él se sentía mareado, pero fue lo suficientemente rápido y fuerte para mantenerse en pie. No iba a dejar que ella se lastimara. Erik estaba desesperado llamando a su esposa para que despertara y pidiéndole a Aron que hiciera algo.

Aron no necesitó que le explicaran lo que había pasado.

—¿Cuántas veces hizo la extracción? —preguntó.

—Tres veces —contestó Raner.

Tal vez era la experiencia y no porque no se sintiera desesperado también, era su hija, pero debía mantener su mente concentrada para poder salvarla. Aron no podía evitar enseñarle algunas cosas a su curiosa hija. Ella siempre estaba detrás de él.

Después de su experiencia de hace más de cinco años en el norte de Besian, cuando por poco una serpiente muy venenosa muerde a su hija, Aron le había dado un antídoto que conocía muy bien para poder hacerla inmune a esos venenos, pero sabía que el efecto sol
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