Sus labios eran tan cálido como el sol de la mañana, su cuerpo no dejaba de temblar por las caricias que proporcionaba a su cuerpo, después de un tiempo se sentía tan feliz, tan completo, se apartó y observo sus ojos tan brillante como mil estrella, se sentía tan débil a su lado algo que lo asustaba y le encantaba a la vez, escucho su risa y sintió un escalofrió por todo su cuerpo. 

—Deberíamos comer algo, hemos pasado casi todo el día en la cama, algo que en lo personal no me molesta. —Sonrió de manera divertida.

—Entonces quédate a mi lado. — Acaricio su espalda y beso el mismo, sonrió satisfecho al escuchar un gemido de su parte sabía que era sensible a las caricias en su espalda o a sus pechos, deje de besar su piel a lo que ella se volteo y acaricio mi mejilla.

—¿Sucede algo?— la observo de manera nerviosa.

—Sé que nunca te gusta que te pregunte, pero... ¿como fue tu infancia?.

Suspiro por unos momentos cerró los ojos y lo vio directament