Dejé lo que estaba haciendo -una reunión con unos posibles inversionistas asiáticos en uno de nuestros proyectos de exploración petrolífera- cuando recibí el mensaje de Emily, a través de Miguel, la única persona autorizada a interrumpirme en una junta de esa índole.
—Lo siento, caballeros, mi hijastra acaba de tener un accidente y está en un hospital. Me temo que tendremos que aplazar esta reunión —dije por pura cortesía, sin esperar a que nadie me diera su beneplácito o permiso.
De camino al hospital en donde había llegado la ambulancia que atendió a Valentina, le encargué a Miguel que atendiera a los inversionistas con la precaución propia de una junta interrumpida. Debía pagarles el hotel, y ofrecerles algunas invit