BLAKE
—¿Cómo…? —pregunta Blake en completo shock.
No podía creérselo.
¿Cómo era posible que la loba le hubiera rechazado?
—Bromeas, ¿verdad? —inquiere el beta observando su rostro y sus apetecibles labios apenado por la negación de su beso.
Todo su cuerpo hormigueaba por sentir a Alice. Cada centímetro de su piel estaba envuelto por una energía electrizante y un anhelo crudo y febril que nacía desde su estómago, y se esparcía como un torbellino por todos lados, tenía a su lobo interior al borde del colapso. Necesitaba con urgencia que la loba le tocara, le mordiera o le masturbara, lo que quisiera, pero no que lo apartarse. Si hacia eso iba a acabar con él.
Blake no paraba de preguntarse cómo era posible que en todo el tiemp