NarcoQueen: Una historia poco convencional
NarcoQueen: Una historia poco convencional
Por: Gama Strat
Prólogo: La nueva reina de la hacienda

—¡Bienvenida seas a tu nueva casa, mi reina! —exclamó esa voz despreciable y asquerosa que la llamaba a bajarse del vehículo, una Range Rover negra que la había dejado en el medio de la nada, un lugar en el que ni siquiera estaba del todo segura de la ubicación.

Abrió la puerta con cautela y bajó ante la atenta mirada de varios hombres. Todos ellos con ropas de trabajo y un tanto sudados, haciendo que la chica hiciera una ligera mueca de asco. Se quitaron sus sombreros y la saludaron diciendo cosas como: “Que bella es la nueva patroncita”. Y ella sólo pudo mirar con desprecio al hombre asqueroso frente a ella, quien había pronunciado las anteriores palabras: Dominico Ibusquiza, el hombre que ahora era su propietario.

—¡Usted sólo pida por esa boquita y se le dará lo que usted quiera, mi reina! —continuó explicando emocionado o más bien, casi exaltado, Dominico, quien notoriamente tenía una gran diferencia de edad con ella.

Y sí, se trataba de un hombre de unos 50 años, con arrugas en la cara y una sonrisa exagerada, que bien podría ser la sonrisa de un actor, ya que bien sabía ella que lo que esa mirada y esa sonrisa reflejaban era la terrible vida que ella estaba destinada a vivir.

No podía negar que ese hombre era bastante llamativo, a pesar de su edad, acuerpado, blanco y rubio, por algo le apodaban como “el gringo”, según le había contado su padre, el problema es que él no causaba ni el más mínimo interés en ella.

La diferencia de edad y todo lo que ella sabía de él sólo la hacía pensar en que su destino estaba marcado por el asco que le generaba pensar en él acercándose, tocándola o haciéndole cualquier cosa. Los ojos color miel de él brillaron al tiempo que pudo ver la sonrisa que le dedicaba. Y ella no tuvo más remedio que devolver el gesto secamente, e intentando que su desagrado fuese menos notorio, mientras daba unos pasos lejos de la camioneta, esperando que algo que pasara la salvara de lo que se avecinaba.

Momentos después, uno de los hombres que trabajaba en la hacienda se acercó, de cabello castaño y ojos verdes.

El sujeto estaba mejor vestido que los demás, con ropa limpia y bien lavada, llevaba una camisa blanca tan impecable que se sorprendía que viviera también en esa hacienda, y en el cuello un pañuelo azul bastante curioso, un estilo que poco había visto en otros hombres. Este sujeto hizo una reverencia ante ella y besó la mano con delicadeza, mientras la miraba fijamente, haciéndole sentir algo de incomodidad también.

Y es que era inevitable sentirse incómoda cuando se encontraba en una hacienda que era el tapadero de Dominico Ibusquiza para todos sus negocios de narcotráfico. Nuevamente disimuló el desagrado que sentía al pensar eso y esperó a que alguien hablara, pues prefería permanecer callada para no meter la pata. Si bien era cierto que entendía que sería “la patrona” desde ese momento, también sabía perfectamente que, si algo salía mal, su familia moriría.

—Bienvenida sea, patroncita —saludó con voz aguda el castaño—. Mi nombre es Jonathan Mijares. El jefe, Dominico Ibusquiza, me ha dado la orden directa de que sea su asistente personal, así que permítame darle un tour por la hacienda, mientras los peones llevan sus maletas y las mucamas preparan su nueva habitación.

Ella asintió y el sombrero que llevaba en ese momento se cayó hacia atrás, dejando ver a todos una hermosa cabellera pelirroja rizada y unos ojos marrones que, a pesar de parecer simples, estaban llenos de un encanto misterioso. Su piel era morena, pero era tan hermosa que bien podría ganar un concurso y todo eso había estado cubierto por ese gran sombrero en donde había ocultado sus rizos pelirrojos.

Los hombres no pudieron evitar hacer una exclamación de “Oh” en donde se quedaron por un momento embelesados, incomodando más a la chica, pero Jonathan se mantuvo tranquilo y la instó a caminar hacia él.

—Mi reina… ¡te espero en el comedor! ¡Servimos la comida en media hora! —le informó finalmente, cuando ella se marchaba, el asqueroso hombre que la había llevado a ese lugar.

Definitivamente en la vida de Nicole las cosas iban a ser bastante turbias en un futuro cercano, pero no podía evitar sentir un total desprecio por lo que estaba viviendo. Y es que Nicole no era cualquier chica: ella era en ese momento la futura esposa del capo Dominico Ibusquiza, ella era la nueva NarcoQueen.

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