La desesperación y la algarabía llenaron los pasillos del palacio Alfa de la manada Luna Sangrienta. Su Alfa había sido gravemente envenenado. Los curanderos de palacio llegaron al salón, cargados de sus bolsos con remedios y aparatos. Namar y los presentes fueron despedidos del lugar.
Kerim llegó rápidamente junto a ella. La abrazó, intentando calmar su desesperación. La joven reunió fortaleza en su interior, para pensar en lo que debía hacer: Como única hija del Alfa de la manada, estaba en su deber, encontrar al responsable de aquel suceso.
Antes de que los criados que allí se encontraban, se dispersaran, gritó con gran autoridad.
- ¡Detengan a todos los criados encargados de servir la mesa y preparar los alimentos!
- ¿Namar? - Se atrevió a decir el joven Beta.
- Nuestro Alfa fue envenenado. Tenemos un traidor en palacio.
La algarabía se congeló, dando paso a un inmenso silencio y temor en el ambiente.
- ¡¿Qué esperan?! - Ordenó Beta Kerim - Vuestra princesa ha hablado. ¡Guard