Elizabeth miro un poco confundida a su amiga por la repentina forma en como le dijo que deseaba contarle su pasado, eso era curioso y repentino la forma en como le dijo; acordaron ir a su casa para charlar a gusto.
Al terminar el horario laboral, ambas chicas fueron a casa de la castaña para poder hablar en calma y en privado.
- Ya pedí pizza – dijo Elizabeth, dejando su teléfono en la mesa del comedor y estirándose un poco.
- Recuerda decirle al portero para que lo deje pasar, mientras acostare a Roger – dijo Isabella, quien fue a recostar a su pequeño.
- Entendido – indico la pelinegra tomando el teléfono de la casa para avisar y así el de seguridad dejaría pasar al repartidor, al acabar la llamada ella busco quitarse sus tacones, lanzar su saco al sofá y deshacer su peinado.
- Que rápido te pusiste cómoda – dijo Isabella al ver a su amiga masajear su cabeza.
- Bueno ya no es hora laboral ¿o sí?
- No, para nada.
- Entonces, puedo saber ¿por qué tanto misterio con tu pasado?