Elaide estaba algo nerviosa, podía sentir que Natalia quería decirle algo.
Era la primera vez en mucho tiempo que estaban a solas, cada vez que habían estado en una misma habitación alguien más había estado con ellas.
Ahora Leonardo y Ezio estaban en la habitación de los niños haciéndoles dormir y ellas se había quedado a preparar la cena. Natalia adoraba cocinar para su familia cada vez que el tiempo se lo permitía y era muy buena en ello.
—¿Qué sucede? —preguntó sin poder aguantar más la creciente tensión entre ellas.
Natalia levantó la mirada y la observó en silencio por unos segundos.
—¿Piensas quedarte esta vez? —preguntó ella—. Te aprecio bastante, Elaide, pero amo a mi hermano y me preocupo por él. No quiero volver a verlo lastimado.
Entendía las inseguridades de Natalia, no podía culparla por desconfiar. Solo el tiempo curaría las heridas que con sus acciones había provocado.
—Ezio siempre ha sido claro respecto a sus sentimientos. —Natalia sonrió—. Todavía recuerdo el momen