Me acerco al portón de la casa de mi inescrupuloso jefe, todos están tranquilos.
—¿Qué pasa aquí?—pregunto a uno de los guardias.
—Darío tiene visita.
—¡Noche de películas!—digo emocionada, pensando en lo que haré, apenas ponga un pie en la habitación.
—No, el señor dijo que se integre a la cena apenas regrese.
—¿Yo?—asiente—¿para qué?—alza ambos hombros, dejándome entender que no sabe la razón.
—Está bien, gracias.
—También le mandó a decir que se arregle y baje con la tablet, estarán en la mesa.
Me adentro en la casa tratando de no llamar mucho la atención, para luego subir a ponerme algo decente.
—No sé porqué Dario no me avisa estas cosas con tiempo—refunfuño, aún estando segura de que si le pregunto, me contestará algo como: porque soy el jefe y hago lo que quiera.
Tomo una ducha rápida, no me puedo presentar oliendo a basura, y al salir saco del guardarropa un vestido negro, pegado al cuerpo, es sencillo, pero estaré en casa, no necesito mucho. Mi pelo lo dejo caer con algunas