Sentí como balde de agua fría me cayó haciendo desaparecer mi sonrisa y mi mirada esperanzada cambiara a de competo asombro.
- ¿Aarón y yo? – tartamudeé rezando por que dijera que no.
Asintió - ¿Con quienes más? Son mis hijos, no les puedo dejar aquí.
Sopesé la idea en mi mente volteándome a ver a Aarón que me miraba fijamente también asombrado. No nos puede hacer esto, puede que sea nuestra madre, pero Aarón ya es mayor de edad, él puede cuidar de mí y además, ella no puede regresar después de siete meses donde solo llamaba una o dos veces al mes para decir que nos lleva a España. ¡No! No lo permitiré.
Apreté la mandíbula, fulminándola con la mirada – No iré – sentencié alzando la cabeza irguiéndome. Mi madre me observó casi dici