Capítulo 28

Catalina y Valentino seguían pegados como chicle, besándose y abrazándose como si no existiera nadie más a su alrededor. Y aunque los niños mantenían los ojos cerrados no era difícil imaginar lo que pasaba con ellos ante estos gemidos y suspiros entrecortados.

—Malditos degenerados, podrían tener un poco más de decencia y respetar a mis hijos. Dejen sus deseos sexuales para después cuando estén tras las rejas —les grita Mayra.

Valentino se aparta de la loca de Catalina y sonríe viendo como los niños en efecto mantenían los ojos cerrados. Pero la mujer demente no tenía ganas de quedarse callada. Se acerca a Mayra y tirando de sus cabellos con rabia, lleva su cabeza hacia atrás con tanta violencia que parecía querer arrancársela.

—Deja de meterte en nuestras vidas, ¿hasta cuando vas a segu
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