-¿Cómo dijo?- Pregunté aun sorprendida.
-Dije, que no te quedas con el puesto-
Una vez más, ¿Qué carajo le pasa a esta mujer? No me dio ni una excusa, solo dijo no y ya está.
Cuando estaba a punto de reclamarle y perder lo último que me quedaba de dignidad, un hombre de poco más de 50 años apareció por la puerta, este a contrario de la amargada a mi lado, me dedicó una sonrisa amable a manera de saludo.
-Charlotte, aquí estas ¿Dónde te habías metido?- Dijo el señor llegando al lado de la mujer.
Así que Charlotte es el nombre de la agria.
-Estaba haciéndole una entrevista a esta chica para el puesto bacante- Le respondió mirándome con una ceja alzada.
-¿Entonces ya tenemos cocinera?- Comentó con bastante entusiasmo a decir verdad –Por fin, ya era hora, estaba harto de comer en la calle, ya extrañaba una buena comida casera-
-No te emociones tanto, porque no quedó contratada- Dijo terminando con la emoción del señor, que creo es su esposo.
-¿Pero por qué?-
-Digamos que su comida no es lo suficientemente buena para obtener el trabajo, yo misma la he probado-
-¿Dónde está lo que preparó?- Pregunta.
Yo hasta este momento me había quedado callada con la mirada baja escuchando esa conversación.
-En la mesa, pero no hace falta que lo pruebas, yo ya lo hice-
-Yo también tengo derecho a probar- Dijo acercándose al plato casi lleno que había dejado Charlotte encima de la barra.
El señor se acercó al plato, y al igual que su esposa, tomó un bocado de la pasta que preparé, a los segundos abrió los ojos como platos.
Por dios, ¿Tan mal sabor tiene? Estaba a nada de echarme a correr pero su voz interrumpió mis pensamientos.
-Charlotte, ¿Estás loca?, esta cosa está deliciosa, es mejor que las pastas que pedimos en los restaurantes lujosos que te gusta ir, déjate de boberías. Chica, estas contratada, puedes empezar desde mañana si así lo deseas-
-Benjamin, ya estaba decidido, no la contraté, respeta mi decisión- Dijo con notable molestia.
-Charlotte, todas las cocineras que han venido han sido un fiasco, ella es perfecta para este puesto, no está a discusión, yo soy el dueño de la casa y el que paga todas las cuentas, así que es mi decisión totalmente si la contrato o no- Dijo en un tono muy decidido.
¿Qué carajo estaba pasando?
-¿Cuál es tu nombre, pequeña?- Pregunta Benjamin amablemente.
-Isabel Dawson-
-Pues Isabel, bienvenida. Charlotte te dirá como se manejan las cosas por aquí, te hablará de tu salario, horario y te dará un uniforme- Comenta dándome un efusivo apretón de manos –Soy Benjamin, cualquier duda me la puedes hacer saber a mí o a Charlotte, sin más me retiro-
¿Cómo es que este señor tan amable y educado está casado con esta agria?
A kilómetros podía observar la furia en los ojos de la señora Charlotte, pero no hizo ningún comentario, el señor Benjamin se retiró de la cocina, y sinceramente, tenía miedo de los comentarios que fuera a hacer la señora ahora que estábamos solas de nuevo.
-Sígueme- Dijo ella en un tono aún más frío y cortante, si eso era posible, y al parecer, sí.
Salimos de la cocina y caminamos por el mismo pasillo, y volvimos al mismo estudio donde estábamos antes, ella tomó asiento detrás del escritorio, y yo me mantuve de pie esperando que dijera algo.
-Parece que esta vez te saliste con la tuya, escucha niña, las cosas están así, te quiero en esta casa de lunes a viernes desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche, a las 7 se sirve la cena, los sábados entraras a la misma hora pero saldrás a las 4 cuando acabes de servir la comida y quiero que dejes la cena lista- Comentó sin quitarme la vista de encima y algo rápido.
Parecía que hubiese estado ensayando eso por como lo dijo, yo solo asentí a lo que mencionó y esperé a que terminara de hablar.
-Si te requerimos los fines de semana fuera de tu horario de trabajo por ocasiones especiales, tienes que contar con la accesibilidad y se te pagaran horas extras. Tú te harás cargo de la limpieza de la cocina y de mantenerla en orden, así como de las compras de la comida-
La verdad era algo pesado, pero estaba dentro de las horas de trabajo, igual no tendría algo mejor que hacer y las personas aquí, a excepción de esta señora, parecían agradables y sería algo lindo convivir con ellas. No había pronunciado ni una palabra, solo asentía en silencio a lo que ella decía.
-Te dirigirás a nosotros como Señor y Señora Trujillo, olvida por completo las informalidades, usarás todo el tiempo tu uniforme de trabajo, y tienes que traer tu cabello recogido totalmente, sería la cosa más desagradable encontrar un cabello tuyo en la comida- Dijo poniendo una cara de asco.
La verdad era algo que me esperaba, me encantaba mi cabello castaño y ondulado que llegaba hasta debajo de la cintura, en ese momento lo llevaba suelto, pero era lo suficientemente consciente que tenía que recogerlo cuando cocinaba, así como lo había hecho hace unos minutos. Creo que traer el cabello recogido tantas horas me causaría dolor de cabeza, no estaba nada acostumbrada.
La agria se puso de pie y me entrego dos uniformes, uno rojo y uno negro.
-Aquí en la mansión las empleadas tienen un cuarto, puedes disponer de él si quieres, o irte ya que acabe tu turno- Dijo tomando asiento de nuevo- Como te lo dije, tuviste suerte esta vez, pero al primer error, te vas-
-Pierda cuidado señora- Dije segura.
Sacó una carpeta donde contenía una especia de contrato donde decía todo lo que ella había mencionado acerca del horario, uniforme, etc. La paga era bastante buena y valía la pena totalmente. Firmé el contrato después de leerlo cuidadosamente, y me quedé con una copia del mismo.
-No te molestes en aparecer mañana y el fin de semana, empiezas el lunes, puedes retirarte-
-Gracias, con su permiso- Dije yéndome del lugar.
Salí de la oficina y me dirigí a la puerta principal, no había visto a nadie en toda la casa, lo cual se me hacía raro. Cuando salí de aquella casa, frente al gran portón estaba Hank, me acerqué a él y este me dedicó una sonrisa.
-¿Cómo te fue Isabel?- Me pregunta.
-Pues, me contrataron- Dije con mucha emoción.
-¿De verdad?, me da mucho gusto por ti- Responde con una sonrisa poniendo su mano sobre mi hombro.
Me impresionaba la amabilidad con la que me trataban tanto Hank, como el Sr. Trujillo.
-¿Cómo te fue con la señora?-
-No muy bien que digamos-
-Me lo imaginaba, ¿Vendrás mañana?-
-No, vendré hasta el lunes, dijo que no me quería ver aquí en todo lo que queda de semana- Le dije riéndome.
-Entonces el lunes te presento a los demás empleados-
-¿Cuántos más son?- Pregunté curiosa.
-Son dos empleadas que se encargan de la limpieza de la mansión, el de seguridad, un jardinero, tú y yo- Dijo a la vez que iba contando a las personas mencionadas con sus dedos. Vaya, estas personas tienen dinero para aventar para arriba.
-Bueno Hank, un gusto conocerte. Nos vemos el lunes, hasta pronto-
-Que te vaya bien pequeña- Respondió mientras abría el portón. Salí de aquella mansión y tomé un taxi de regreso a mi departamento.
POV Charlotte
Siendo sincera, la chiquilla era muy buena en lo que hacía, aquel platillo era por lejos, de lo mejor que había probado, pero claro que no se lo diría, no me gustaba el hecho de que fuera tan joven y que tuviera el descaro de contradecirme, ¿Quién se creía?, buscaría algún pretexto para echarla de la casa. Se veía una persona inteligente y eso me jugaba en contra. Su comida era realmente buena, pero algo de ella no me gustaba, ni me daba buena espina, y solo por eso no permitiría que se quede aquí, no le durará mucho el gusto a la mocosa.