- Los dos están bien - aseguró el médico a Heitor y Bárbara. - Y Maria Lua tiene terminantemente prohibido acercarse a los cacahuetes, en cualquiera de sus formas. Cualquier cosa basada en la semilla es un riesgo para su vida, ¿entendido? - Me miró con seriedad.
Asentí sin decir nada.
- No creo que sea un problema, después de todo, los cacahuetes no son un alimento al que nadie sea extremadamente adicto, ¿verdad? - concluyó el médico.
- Lo dice porque no conoce a María Lua, doctor. - Theo me miró burlón. - En cuanto supo que ya no era alérgica, decidió que los cacahuetes serían su comida favorita.
- Los cacahuetes no pueden ser su comida favorita. - El hombre me miró seriamente.
- Ya entiendo, nada de cacahuetes.
En cuanto se hubo ido, Barbara miró a la calle:
- Es un hermoso día afuera.
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