La seguridad que me brindaron sus brazos me dio una calma que no sabía que la necesitaba, era como si bajo su protección nada malo pasaría y esa calidez derrumbó mis barreras.
—Verónica me dijo que, si yo quería tener algo con un hombre, obviamente ese hombre eres tú. —escuché la risa y al mirarlo quedé prendada a él—. Si quería darme la oportunidad debía ser sincera, decirte cuál es mi problema para que me ayudes y comprendas mis reacciones.
—¿Entonces le debo a la señora Verónica la dicha de tenerte en este momento entre mis brazos? —me puse roja, volvió a besar mi frente y mis pómulos.
—Tenía razón, hace un momento mi bloqueo te hizo pensar que me causabas repulsión. —afirmó—. Simón, eres el primer hombre al que beso. —Sus brazos me aferraron más a él.
» Evítame ser más explícita, pero todo lo que te puedas imaginar concerniente a lo que la boca de un hombre experimentado como mi padre podía hacer lo hizo en mi cuerpo. Recuerdo que grité más fuerte cuando él se desnudó y vi su miem