—Quiero que duermas conmigo esta noche. —Su voz era suave y llena de necesidad. ¿Sería eso correcto? Él era el príncipe y ella una sirvienta, ¿cómo refutar sus deseos?
—Mi señor, me causaría problemas con su futura esposa. —Ella hizo reverencia.
—Ella no es mi futura esposa, no la voy a tomar en matrimonio. Tú serás mi concubina de ahora en adelante, solo tú estarás en mi lecho.
Diana se despertó llena de melancolía y con lágrimas en sus ojos. Estaba tan arrepentida de haberse escapado con Dan. Todo estaría bien y ella no estuviera sufriendo por amor si ese día no se hubiera escapado con él.
—¡Estás hermosa! —Anastassya la admiraba con emoción.—¿Este, entonces? —Diana preguntó hastiada,