Un olor fuerte se impregna en mis fosas nasales, y de a poco abro los ojos con un agudo dolor de cabeza. Me lleva algo de tiempo restablecer mi visión debido al desmayo que tuve, una suave voz llama mi atención.
— Que bueno que has despertado — Camila retira el algodón de mi nariz y frunzo el ceño. Me encuentro en una habitación que evidentemente no es la mía —. Duraste dos horas inconsciente.
— Tanto... — asiente con la cabeza y toma mi mano con delicadeza; es donde me doy cuenta que tengo puesto un catéter en mi muñeca.
— ¿Sufres de alguna enfermedad?.
— No, creo.
— ¿Has comido bien?
— No mucho, la verdad.
— ¿Estas durmiendo correctamente?.
— Hace mucho no conozco que es dormir correctamente.
— Debes cuidar de tu salud, Sofia. Al parecer, es una anemia. También estas deshidratada, por eso te coloqué suero — vaya, Camila es doctora, supongo —. Pasarás la noche aquí, verás que mañana vas a estar mejor.
— Gracias — susurro y