— ¿Dónde esta Dominic? — pregunto después de un tiempo en el auto.
— No sabría decirle, Srta. Hace días se marchó en el jet privado y no ha regresado. Tampoco contesta a las llamadas del Sr. Nicolás. El jefe de seguridad perdió su rastro en el radar.
El estómago se me comprime y el corazón late apresurado. Mi cuerpo empieza a temblar y la ansiedad llega de insofacto.
— ¿Cómo así? ¿Se supone que eres su guardaespaldas?.
— No puedo decirle más de lo que ya he dicho. No se preocupe, el mejor equipo de rastreo esta en su búsqueda.
¡Por Dios! No puedo estar tranquila sin saber donde o con quien está ¿Y sí esta con esa mujer? ¿Será que volvió a caer en sus juegos sórdidos? ¿Me habrá mentido? ¿Me ha dicho la verdad o solo fui un estúpida a quien engañó? La mente me maquina a mil. Cierro los ojos y respiro profundamente ¿Hice bien en dejarlo solo aquél día? Me culpo y niego con el corazón quebrándose dentro de mi pecho.
No debí dejarlo. No, sabiendo de to