Por Rocío
Mati estaba evolucionando bien, debo confesar que por primera vez en mi carrera, me superó la situación, es que aparte de ser un niño pequeño, era alguien a quien yo amaba realmente y no quería ni imaginarme si le hubiera pasado algo, creo que todos nos hubiésemos muerto de pena.
Por otro lado no fue fácil para mí, prácticamente echar a mi amiga y tratarla como si fuera una desconocida, eso lo voy a hablar cuando pase todo esto.
Es que si no demostraba firmeza, Karen no se iba a ir y si teníamos que intubar a Mati, ella de ninguna manera podía estar presente.
Pudimos salvarlo de lo que pudo haber sido un preinfarto, eso lo sabemos Ramiro y yo, aunque no lo hablamos.
No puedo con esta situación, y doy gracias a Dios de contar con Ramiro, no sólo como hombre, sino como ese maravilloso cirujano y cardiólogo que es.
Cada minuto que tengo libre me dedico a investigar, y es maravilloso contar con tanta información en un aparato tan pequeño como es el celular.
Estábamos en terapia