"Sé que no eres así". Maisie dejó el tenedor y dijo: "Voy a ver cómo está Daisie".
Daisie estaba sentada en la cama con los brazos abrazando sus piernas. La habitación estaba a oscuras porque tenía las cortinas cerradas y tenía la luz apagada. Cuando Maisie entró, la luz que entraba en su habitación a través del pasillo le hizo entrecerrar los ojos.
Maisie se acercó a ella. Al ver sus ojos hinchados, le preguntó: "¿Por qué te escondes en tu habitación y lloras?".
Daisie se frotó los ojos y giró la cara. "No estaba llorando".
Maisie se sentó a un lado de la cama y le acarició la mejilla. "Tienes que dejar de llorar. Nollace aún no está muerto y ahora mismo lo estás llorando".
Algo cruzó los ojos de Daisie mientras preguntaba: "¿Hay alguna diferencia?".
"Claro que la hay. Solo desapareció. Ni siquiera sabemos si está vivo o muerto, ¿y tú ya perdiste la esperanza?".
"La gente siempre dice que cuanto más te ilusionas, mayor es la decepción". Dijo Daisie mientras bajaba la cabeza.