En medio de las miradas aterrorizadas de todos, el interior de la base de la Orden del Dragón Celestial comenzó a estallar una y otra vez.
Por un momento, la tierra tembló y las explosiones arrojaron llamas por todos lados, mientras numerosos edificios caían hechos polvo.
En ese instante, el caos se apoderó de los invitados. Algunos gritaban y otros se empujaban frenéticamente, tratando de encontrar una salida.
—¡Protejan a Werner!
—¡Protejan al Comandante General!
Todos los miembros de la Orden del Dragón Celestial rápidamente formaron una línea protectora frente a Juan y Werner, con una expresión de máxima alerta, listos para defenderlos.
Narciso, observando la escena con gran satisfacción, lanzó una sonrisa burlona mientras miraba de reojo a Juan: —El Comandante General González, ¿qué tal el regalo de bienvenida que te he preparado? Hemos destruido todo: tu sistema de lanzamiento de misiles, tus radares, las comunicaciones y hasta la sala de mando.
—Me intriga demasiado saber cómo