¿Un doble del precio?
¡Eso sería cuatrocientos mil dólares!
El dueño de la tienda apenas podía contener la emoción que lo invadía y afirmó: —De acuerdo, señor, entonces el azafrán es suyo.
—Espera.
Juan de repente interrumpió: —Ofrezco tres veces el precio.
¿Tres veces?
El corazón del dueño de la tienda dio un vuelco total.
Pascual no esperaba que Juan subiera la apuesta, y enfurecido, gritó: —¡Ofrezco cinco veces el precio!
Dicho esto, lanzó una mirada un poco ofensiva a Juan y agregó: —Joven, si tienes el valor suficiente, sigue pujando conmigo.
—Seis veces— dijo Juan con gran tranquilidad.
Pascual se enfureció aún más y gritó: —¡Diez veces, ofrezco diez veces el precio!
Justo cuando Pascual pensaba que Juan continuaría, este último sonrió con un fuerte tono de burla y dijo: —Bien, te lo dejo.
Pascual consiguió las hierbas, pero no estaba nada contento.
Miró a Juan con odio, deseando poder golpearlo allí mismo.
—Señor, ¿cómo desea pagar? —El dueño de la tienda estaba muy satisfecho ,