Juan apenas terminó de hablar cuando Octavia y los otros tres se quedaron atónitos.
David, furioso, gritó: —¡Octavia, no le crean absolutamente nada a este! Solo está diciendo tonterías porque me tiene envidia. Dice que no duraré mucho tiempo como vicepresidente.
Octavia le gritó furiosa a Juan: —¿Rogarte a ti? ¿Acaso crees que eres el presidente de la compañía de David?
—No eres más que un simple empleado. El puesto de David está muy por encima del tuyo, y tú mismo tienes que estar bajo sus órdenes.
—Si no tuvieras el respaldo de David, ya te habríamos echado a patadas de aquí— Ezequiel miró a Juan con una sonrisa sombría y agregó: —David, mañana mi hermano y yo iremos a tu empresa, y te agradeceríamos que nos ayudaras con todo eso.
—No se preocupen por eso.
David se dio unos golpes en el pecho y aseguró: —Haré una recomendación especial por ustedes. Es muy probable que todo salga bien.
—Bien, gracias de antemano, David.
Octavia sonrió ampliamente y luego miró a Juan con desprecio: —D