Lucio, con evidente respeto, hizo una reverencia mientras preguntaba, preocupado:
—Señor González, ¿se encuentra usted bien?
—No hay problema conmigo. Pero tú, ¿qué piensa hacer a continuación? —respondió Juan con calma, pero su tono mostraba cierta preocupación por el destino de Lucio, consciente de que sus recientes problemas se debían en parte a su presencia.
—¿Qué más puedo hacer? Limpiar el lugar y continuar con el negocio —dijo Lucio, con una expresión de resignación que delataba su abatimiento.
Al notar su desánimo, Juan decidió proponerle algo distinto:
—Lucio, ¿has considerado hacer algo más grande conmigo?
Ante estas palabras, Lucio se mostró visiblemente emocionado, y con los ojos brillantes, respondió rápidamente:
—Será un gran honor para mí estar a su lado, señor González. Por favor, ¿Indíqueme qué necesita usted de mí?
—Es sencillo. Planeo eliminar a los Lobos Oscuros y ponerte en el poder —dijo Juan con una tranquilidad que contrastaba con el peso de sus palabras.
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