Le tomo de la mano y lo llevo hasta la habitación, luego lo obligo a sentarse en una de las sillas y cierro la puerta con suavidad, volteo a verlo y resoplo con fuerza. Sin darle más largas, le cuento lo que ha sucedido en su ausencia.
Escucha con atención y asiente levemente con la cabeza.
Cuando termino de decirle lo que sucede, se levanta de la silla, pone sus manos sobre mis hombros y me mira directo a los ojos.
—Si quieres acostarte con él, hazlo—
—¡Pero está casado! — Exclamo en voz baja.
—¿Y? Tu sabes que me he follado a Perséfone de forma ocasional… aunque claro… ahorita ya no, ya no me hace falta— Sacude la cabeza levemente. —Pero el caso es que, él no lo sabe y si tanto desea estar contigo… hazlo—
—¿No te va a enojar? —
—Minte, nena… ¿Volverás a casa conmigo? —
—¡Claro que sí! —
Se encoge de hombros y se ríe levemente.
Al entender mejor la situación, le doy un golpe tonto en el abdomen, sin dejar de reíste me besa suavemente.
—Te voy a preparar el baño—
Como siempre, Ares ll