Abril, 22
Miro la hora en el reloj digital de mi auto: cuatro y quince de la tarde. Suelto un suspiro y me adentro al estacionamiento subterráneo del edificio, conduzco hasta mi lugar y luego de tomar mi bolso y un par de carpetas con documentos importantes que debo revisar, retiro las llaves del vehículo y salgo después de apagar el motor. Cierro la puerta sin ponerle mucha atención y suelto un suspiro pesado antes de empezar a caminar por el estacionamiento medianamente lleno de vehículo.
La mayoría de los residentes del edificio al parecer no han regresado a sus hogares. No hay ni una sola persona más que yo en este lugar, y eso me provoca un poco de nervios, quizás también miedo. Pero libero mi mente de la paranoia y después de mirar a todos lados apresuro mis pasos que resuenan y hacen eco por todo el silencioso lugar gracias a los tacones de aguja que llevo puestos.
Llego al ascensor rápidamente y me adentro en él, presiono mi piso en el tablero táctil y las puertas empiezan a c