Después de mi encuentro con los guardias los nervios me atacaron con más fuerzas, sabía perfectamente que ellos le dirían a Damián apenas llegara qué yo había liberado a sus prisioneros. Me puse en estado de alerta, apenas entré a la casa no mi moví del recibidor, y quizás transcurrieron dos o tres horas cuándo finalmente escuché la verja abrirse y posteriormente el sonido del motor de un auto.
De la nada me quedé parada en medio del recibidor, abrir los ojos de par en par antes de reaccionar y salir corriendo a una de las ventanas, muy apenas corrí la cortina hasta que por una muy pequeña ranura pude ver a Damián salir del vehículo, abrir la puerta trasera y posteriormente sacar en sus brazos a una adormilada y aparentemente muy cansada Mía.
Cuando volvió a cerrar la puerta del auto y se encaminó al interior de la casa con la niña en los brazos, los mismos dos guardias se le acercaron y entre susurros empezaron a hablarle. No espere a que se acercara más, tan pronto como esos hijos d