Abril, 08.
El celular suena a un lado de la cama y poco a poco va espantando mi sueño. Me muevo e intento ignorar el puto teléfono que Hansel me trajo ayer en la noche cuando vino a disculparse, una maldición y un empujón fué lo que recibió de mi parte.
Son unos imbéciles, ambos, creen que pueden jugár con los sentimientos y mentes de las personas cuanto tiempo les dé la gana y luego venir a disculparse como sí no hubieran hecho más que una simple broma infantil.
¡Que se vayan con sus malditas disculpas y cinismo a la mismísima mierda!
—¡Ahgs!— suelto un pequeño grito que ahogo con la almohada trás el incesante tono de mi celular.
Sin abrir los ojos tanteo la cama y cuando encuentro el maldito aparato ruidoso y vibrante, descuelgo la llamada y llevo el teléfono a mi oreja.
—¿Umh?— es lo que digo sin ni siquiera separar los labios.
Del otro lado se escuchan autos, ruidos y gritos de personas apresuradas.
—Hey,— Es Tristán.— estoy yendo a la empresa, te espero abajo.
—Aja— murmuro en re