Capítulo 4

Salí de la agencia con el pecho contraído de dolor, de amor, de confusión. Thiago estaba siendo demasiado bueno conmigo pero no lograba sacar de mi cabeza lo sucedido al medio día. Caminé por la interminable carretera, cruzada de brazos sujetando mi bolso, así llegué a la casa de James, un viejo amigo que conocí en la universidad.

— ! Apareciste! - Gritó efusivamente mientras me abrazaba, tras acercarme a su puerta, yo le devolví el abrazo, lo necesitaba. No lo solté, recosté mi barbilla en su hombro y comencé a llorar; el embarazo comenzaba a alterar mis emociones y ese día había sido lleno de contradicciones que iniciaban a pasarme la cuenta — ¿Qué sucede? — Preguntó mi amigo, preocupado No pude mencionar una palabra, me aparté de él y en silencio llegué hasta la sala, a lo inmediato me sirvió agua y su novio Hugo, me pasó un pañuelo.

— ¿Cariño, por qué lloras? — Preguntaron, mientras se sentaban frente a mí

— Me enamoré — Les dije limpiando mi nariz, detener mis lágrimas era imposible, aquella sensación de dolor me sobrepasaba mis límites de autocontrol.

— Deberías estar feliz por eso, enamorarse es una de las verdaderas maravillas de la vida —Comentó Hugo confundido

— De un hombre casado y millonario y lo peor de todo es que estoy embarazada

— !Maldición, Lisa! — Dijo Hugo — El peor de los males; hombres casados y adinerados en busca de una jovencita decente

— !Cállate, Hugo, no seas imprudente! — Lo amonestó James

— Intento protegerla de esas criaturas demoniacas — Justificó

— Me hicieron un in vitro por error — Expliqué aun llorando como una niña

Les conté cómo había sucedido todo, necesitaba limpiar mi alma y quitarme un poco la pesada carga.

— ¿Estás dispuesta a tenerlo? — Preguntaron aún con más asombro

— Pese a todo, algo en mí me impide deshacerme de él, ni he tenido valor para ir a denunciar a la clínica, me siento como olvidada en el tiempo, no sé qué hacer, estoy sola, amigos, por eso he venido hasta aquí, esta situación es terrible, solo han pasado tres días y yo siento que es una eternidad — Dije y empecé a llorar de nuevo

— Si quieres tenerlo deber asistir a los controles prenatales

— No lo había pensado, soy una boba, Thiago me ha pagado hoy por tomar unas fotos, mañana tendré que ir a la clínica, debo cuidarme

— Olvídate de Thiago, Lisa, un hijo es una gran responsabilidad que no puedes obviar

Esas palabras fueron calcinantes, sentí que me tiraban a un barranco — Es solo una utopía — Logré decir mientras lloraba, tan solo pensar en eso, me hacía sentir como si se me acabara la vida, y estuviera en un completo infierno, por una parte la idea de ser madre me alentaba y por otra, solo limitaba mi mayor anhelo, no es que yo quisiera tener el dinero de Thiago, o que esa fuera la razón por la cual yo estaba tan empecinada en conquistarlo, no, a mí el dinero no me importaba, que fuera millonario era en lo menos que podía pensar, yo quería su alma buena que estaba empezando a conocer, su mirada tierna, su bondad y sus labios en los míos, lo único que quería era hacerlo feliz, devolverle la sonrisa que su esposa Esmeralda le había arrebatado, esa arpía que solo jugaba con él y con su dinero, sin importarle lo que él quisiera.

La conversación con mis amigos se extendió hasta el anochecer, ellos tomaron vino, mientras yo solo pude tomar un refresco, convencida que debía cuidarme por el bienestar de mi bebé. Salí de ahí a las nueve de la noche, no tomé un taxi, sino que decidí caminar sin rumbo otra vez, no deseaba llegar a casa a encontrarme con la soledad y mi cama que solo me alentaba a llorar, entendí también que si seguía llorando afectaría al niño, así que intenté ser valiente y dejarme llevar por la poca luz de los faros en las calles, pensando como siempre en Thiago, me paseé por la agencia y su coche no estaba estacionado y las luces estaban apagadas, intuí por eso que esa noche no había pasado ahí.

Continué mi camino hasta detenerme en uno de los parques de la ciudad, en donde no hubiese tanta claridad, no quería que nadie me mirara, solo necesitaba estar ahí sentada, buscar paz y autoconvencerme de que la decisión que estaba tomando era la correcta. Vi a los niños pasearse tranquilamente y reír mientras otros jugaban en los columpios, todo era calma y alegría en ese sitio pero por dentro sentía una angustia terrible, un desacomodo de mis emociones incontrolable, el deseo de haber conocido a Thiago en otro momento o simplemente entender lo que empezaba ocurrir entre nosotros, esos besos inesperados y su forma de mirarme, porque nada parecía tener sentido, me preguntaba si en realidad ambos estábamos solos, buscando ese refugio que nos mostrara el amor o si en realidad era solo yo quien estaba ilusionada con algo tan sencillo ¿Qué importancia tenían esos momentos para Thiago? No encontré respuesta a mis preguntas cada vez todo era más confuso.

— ¿Pretendes agobiarme con tu presencia? — Escuché una voz que me susurraba en el oído, volteé de prisa y el corazón se me aceleró a mil, era él con su sonrisa coqueta

— Más bien ¿Qué haces en este lugar que no es de tu clase? — Pregunté aparentando tranquilidad pero estaba loca de asombro

— Huyendo de mi sociedad — Contestó mientras se sentaba a mi lado. Verlo ahí en un lugar tan inadecuado `para él, con su abrigo negro y sus zapatillas relucientes me causó risa, pero no dejé que mis nervios me traicionaran

— Qué tramposas casualidades nos ofrecen los días — Dije para disimular

— Eso, o me estás siguiendo — Añadió con una mezcla de arrogancia y risa

— ¿Seguirte? Yo vine primero — Dije con orgullo — Además no podría seguir tu Ferrari, caminando

Thiago se rió — He decidido caminar — Contestó para hacer referencia a mi contradicción

— Eso no puede ser verdad — Comenté, estaba tan nerviosa que no era capaz de formar ideas más largas

— ¿Por qué estás aquí y no en casa? — Preguntó lleno de preocupación, como si en verdad le importara lo que hacía y lo que no y de paso evadiendo lo que dije — Estás embarazada y debes cuidarte — Agregó mostrando mayor interés en mi bienestar, pero que mencionara mi estado, me arruinó la magia del encuentro

— Estoy embarazada no enferma — Me expresé molesta

— No hables más — susurró en mi oído - Contemplemos la maravilla que nos ofrece la noche

— Es ridículo, solo hay oscuridad — contesté y luego me arrepentí de decirlo de ese modo

— Sí, pero es mejor que la nuestra — dijo él sin mostrar molestia

— Tú vives feliz, no tienes ninguna preocupación, eres millonario, eso es suficiente para resolver cualquier cosa. Oscuridad la mía, estar embarazada por error, seré madre soltera, no tengo ningún trabajo fijo y para mayor desgracia, enamorada de un hombre que no podré tener nunca

— Yo te daré trabajo fijo — Comentó con una tranquilidad que me alteró más, sobre todo porque estaba evadiendo todo lo demás que habías dicho que era lo más importante

— Ni siquiera sé qué haces aquí, un hombre como tú no debería estar en este lugar - Dije, evadiendo también su respuesta

— ¿Quieres saber la verdad? — Preguntó mirándome y elevando un poco la voz

— ¿De qué hablas?

— Del motivo que me trajo hasta este lugar que según tú no merezco

— Ajá — Mascullé intrigada y fingiendo indiferencia

— Mientras iba de camino a casa, vi que te cruzabas la calle y te dirigías hacia acá, así que decidí seguirte — Explicó con una linda sonrisa mientras seguía contemplando las estrellas. Quise que sus palabras no me llenaran de asombro ni me ilusionaran, pero era el hombre que amaba el que las pronunciaba y era imposible no sentirme feliz, sin embargo disimulé para no quedarme con más dudas

— ¿Y eso con qué motivo, Thiago?

— ¿No te has dado cuenta, Lisa?

— ¿De qué, Thiago?

— Que me vuelves loco, boba

— No me digas boba

— Adoro que me contradigas, boba

— Mientes, Thiago; jamás te fijarías en alguien como yo, además de que estoy embarazada, ni siquiera me visto bien, lo has dicho esta mañana, y eso porque soy una simple asalariada de tu agencia, que apenas tiene una moto roja que ya no puede utilizar — Grité incrédula, sintiendo que se burlaba de mí

— Tienes un alma hermosa y unos ojos pequeños que me miran con ternura — Dijo dirigiendo su vista hacia mí. Yo me quedé perpleja, con el corazón a punto de salirse de mi pecho, quería llorar o gritar, por el embarazo mis emociones eran inestables, pero sus palabras me tenían nerviosa

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