— Enfermera — Salio de mi boca esa palabra escupida como un veneno llamando su atención — Le agradecería mucho que soltará a mi marido. Es más — Le sujeté la mano que posaba en Pierre tan duro como pude y se la lance tan fuerte que chocó contra la pared — Le agradecería que dejara de seducir a mi hombre de manera tan vulgar como lo está haciendo sin importarle que yo esté aquí.
Tras decir aquello, la muy sin vergüenza con su mueca de dolor, sujetando su mano con la otra, se me quedó mirando como si estuviera loca.
¿Quien se cree?
— Si usted necesita tanta atención como lo hizo ver hoy aquí, le agradezco que lo sea pero lejos de mi marido. Respete y aprenda a no ser tan fácil por lo menos un poco que su actitud dista mucho de ser profesional.
La enfermera mayor intervino poniendo fin a mis miradas asesinas con la putienfermera quien no se había alejado tanto como quería de Pierre.
— Disculpe el comportamiento de la interna señora Ámbar.
— ¡Ah! De paso eres una interna —