Carlos acompaña a los oficiales escaleras abajo.
Javier y yo nos quedamos en silencio. Cada uno inmerso en sus propios pensamientos, sopesando lo que esto significa para nuestro futuro.
Carlos sube las escaleras unos minutos después y entra con nerviosismo a la sala.
Y es cuando tomo el valor para exigir algo y tener, aunque sea un poco de control en todo esto.
-quiero irme…-
-¡¡QUE!! ¿Cómo que te quieres ir? ¿con ellos? -
- ¡NNOOO! Pero ya no quiero estar en esta casa –
- ¿y porque no? Si es nuestro hogar-
-No, no es verdad ¿acaso no lo ves? - digo señalando todo con los brazos abiertos y al ver la confusión en la cara de los dos digo – es una prisión-
Al ver la mirada de dolor en la cara de Javier mi enfado se va consumiendo un poco, pero sé que si dejo que esta pequeña llama que me ha impulsado a rebelarme se extinguirá, jamás poder salir de este círculo vicioso.
-si realmente quieres que sea feliz nos iremos de este lugar-
-no tengo otra casa-
Carlos se ha quedado incomodo viendo a