Por Ema
- ¿Cómo te através?
Me preguntó Sol y no disimulaba su estado de ánimo.
Ya era tarde para arrepentirme de mis palabras, y en la cara de Sol pude ver inseguridad, odio y también ¿Miedo?
Ella no confía en mí.
Por primera vez en la noche, fue ella la que se acercó a mi oído.
-Lo que hacés, lo vas a pagar.
-Ya lo sé, mi amor, pero algo tengo que hacer, Dante es mi hijo.
Le dije en voz baja, aunque los adultos estaban adivinando nuestras palabras,
- ¿Son mis abuelos?
Dante estaba confundido.
-Sí, son tus abuelos.
Afirmé mis palabras anteriores.
-Me gusta tener muchos abuelos.
Dante no comprendió que el parentesco era verdadero.
-Te aseguro que ellos van a ser tus abuelos preferidos y los vas a querer tanto como a Gaby.
Dije redoblando la apuesta.
Las manos de Sol temblaban.
-Quiero decirle que soy el padre.
Eso se lo dije muy bajito.
-Disculpen, pero me duele la cabeza, con su permiso, me voy a retirar.
Dijo mi bella musa.
Yo le tomé el brazo y le impedí levantarse.
-No podés mane