Por Emanuel
Estaba entrando al polo industrial, creo que decidí ir a la sede que teníamos allí, para ver que sucedía con Giacomo.
Vi varios autos estacionados en el espacio que correspondía a la empresa de Solange, entre ellos estaba la camioneta blanca a la que Sol se subió la otra vez, y me acerqué sin dudar.
Recordé que allí trabaja Anita, al final no me pasa tanta información como pensaba.
De todas formas, sólo la vi una vez, siempre esquivo una segunda cita, pero ella me llama dos o tres veces por día.
Al entrar, saludé a la asistente de Sol.
-Hola hermosa.
Ella sonrió como si le hubiese dado el paraíso.
Decir hermosa, bella, bonita, es la forma más simple de saludar a una mujer, son palabras que se dicen siempre y quedan en el aire.
Le pregunté por su jefa, no iba a perder el momento de importunar a Solange con algo.
Anita le tiene muchos celos a la bella y antipática rubia que fue mi vecina.
Ya sé que, al preguntar en forma despectiva por su jefa, la estoy cebando, dándole manij