I parte. Capítulo 11– Nadia

Nadia volvió a su asiento brillando de sudor. Volvió a sacudirse el pelo.

—¿Todo bien? —le preguntó Fernanda.

—Todo muy bien

—¿No vas a llamar a Adams? Son las ocho y media.

Nadia lamentó la pregunta. Después que había logrado olvidarse de Adams y la retahíla de cosas complicadas que venían con su nombre, así de fácil ella viene y se lo recuerda. Aunque, claro: ¿cómo iba a saber?

—Se me ha ido el tiempo —se justificó—. Hacía tanto que no iba a una fi…

Se interrumpió Nadia. Evidentemente aquello no era una fiesta, pero se sentía sí. Un poco de libertad, de despreocupación, un poco de alcohol y ya se sentía en una fiesta. Debería hacer esas cosas más a menudo. Irse un bar o una discoteca, conocer gente, tener amigas. Y luego volvió a Adams, la imagen de él en casa. Mirando el sol desde la sombra, la gente desde el balcón y el mundo desde internet. No podía, no podía. Pero al menos podía permitirse esta amiga, quería tener esta amiga. Algo que le diera un sabor a normalidad a esa vida s
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