Intruso, ¿molesto?
—¡Buen día a todos! No sabía que estaban aquí.

Saludó efusivamente Gérard, rompiendo drásticamente con el ambiente tenso que había en el jardín. Adeline, al ver que el asistente de su marido había llegado oportunamente, se levantó repentinamente para recibirlo.

—¡Gérard! Me alegra verte —exclamó con un exagerado entusiasmo.

Aunque estaba sorprendido por el efusivo recibimiento, Gérard notó que la expresión de la emperatriz era de incomodidad, por lo que al observar detenidamente, notó que la causa eran los dos hombres que estaban sentados frente a frente en la misma, proyectando un aura agresiva. «Mmm… Parece que vine en el momento indicado», pensó divertido.

—Mi señora, ¿necesita algo? —preguntó servicialmente

Sin darle oportunidad de reaccionar, Adeline corrió hacia él y lo tomó del brazo para arrastrarlo hasta la mesa.

—Sé que estás ocupado —comenzó a decir con agitación—, pero sería bueno que te tomes un descanso. Mira, hasta el comandante Solep se animó a acompañarnos, ¿no es así
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