DOUGLAS WARD
— Señor Ward... — susurró ella mientras se giraba hacia mí, mirándome con esos ojos inocentes. Eso me hacía querer mancharla, quería marcar su piel, marcarla como mía. — ¿Qué está haciendo? — preguntó.
— Nada, solo estoy constatando un hecho.
Estaba ocupado cuando sentí un olor delicioso y salí de mi despacho. Verla en la cocina hizo que mi cabeza se pusiera a trabajar. No podía simplemente quitarme la imagen de estar dentro de ella toda la noche y luego nosotros dos hacer el desayuno juntos mientras yo robo besos, tocándola por todas partes.
Ella era simplemente hermosa. Sus ojos, sus labios, todo en ella era perfecto.
— Necesita entender que no puede besarme como quiera, ya hemos hablado de esto y... — Llevé mi dedo a sus labios, callándola.
Estaba a punto de decir algo cuando, de repente, gimió de dolor y se llevó la mano al estómago.
— ¿Estás bien? — pregunté mientras ponía mis manos en sus hombros.
— Ahora no… de todo el tiempo y lugar. —
Me miró, su rostro se puso r