By Agustín
Ludmila nos sirve otro café y se sentó en la silla contraria a Carlos, pero se observan todo el tiempo.
Seguimos charlando un rato y con mi socio, terminamos de explicarles mi idea.
-Estoy ilusionada ¿Quién me iba a decir que, después de casi 15 años de conocer a Willy, iba a terminar casada con él y tener una casa de ensueños.
-¿Hace 15 años que se conocen?
Carlos está asombrado, es que Ivana y Willy comenzaron su historia desde que eran adolescentes.
-No, deben ser 13 o 14…
Aclara Ludmila.
Cuenta otra vez, para Carlos, la anécdota del pollo podrido.
De todas formas, cada vez que la cuenta, nos reímos muchísimo.
-Cuantos códigos que teníamos...
-¿Códigos?
-Sí y los seguimos teniendo, podemos tener conversaciones dentro de una conversación con otra persona y nadie se entera.
-¿Hacen eso?
-Todo el tiempo.
-¿Willy se entera?
-A ésta altura sí, me conoce demasiado.
-¿De cuánto estás Ivana?
Le pregunta Carlos.
-De 32 semanas, falta poco.
-Esta beba no se salva de tener como mad