Dos meses habían transcurrido desde la audiencia de Daniel, dos meses que habían permitido que la vida, lentamente, recuperara su ritmo. La noticia de su prisión preventiva había dejado de ser el principal titular, relegada por otros dramas mediáticos, lo que brindaba un respiro invaluable a Cynthia y a las niñas. La rutina se había reinstaurado como un bálsamo. Los días escolares de Estrella, las terapias de Clara, las tardes de juegos y los fines de semana en la Hacienda, que seguía siendo su refugio de paz.

En ese tiempo, la relación entre Cynthia y Mathias se había consolidado de una manera hermosa y orgánica. El beso bajo las estrellas había abierto la puerta a una intimidad creciente. Las conversaciones se extendían hasta altas horas de la noche, compartiendo no solo las preocupaciones, sino también sueños, risas y la construcción de un futuro que, poco a poco, tomaba forma. Mathias era un pilar inamovible, su apoyo constante y su amor evidente en cada gesto, en cada mirada. Las