Capítulo 245
Cuando salí del estudio, aún no veía a nadie, pero ya escuché el sonido apresurado de pasos corriendo.

Néstor, que estaba agachado en los escalones afuera del estudio, me vio salir y corrió hacia mí, dándome un fuerte abrazo.

Su abrazo estaba ardiendo, tembloroso, y su voz se quebraba:

—¡He vuelto!

—Mm. Respondí dándole unas palmadas en la espalda.

—Mi hermano me quitó los negocios de la empresa, me mandó fuera del país, me quitó el teléfono y el pasaporte. Tuve que escaparme a escondidas, montando un barco ilegal.

Claramente, Néstor no había sufrido mucho antes. Aunque llevaba gafas de sol, podía sentir que detrás de ellas sus ojos estaban llenos de lágrimas.

El querer estar conmigo siempre había sido algo imposible. Si él decidía seguir adelante a pesar de todo, lo que estaba viviendo ahora solo sería el comienzo.

—Mi padre me obliga a hacer citas a ciegas, y cuando me niego, me pega. Parecía un niño, con un torrente de quejas. —Pero cuando te vi, todo lo que había pasado ya
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