Imi ha nacido en junio, pero el día exacto de su nacimiento tan solo su madre lo sabe. Como les
sucede a muchos otros huérfanos de Landor, también en su caso el cumpleaños coincide con la
fecha en la que fue abandonado. Ada neni le ha contado, con todo lujo de detalles, cómo lo
encontraron al menos un centenar de veces; e Imi, todavía hoy, lo revive a menudo con la
fantasía, con la esperanza de llegar a recordar el rostro de su madre. Un rostro que él, durante
unos cuantos días, llegó efectivamente a conocer; pero que, por desgracia, le ha desaparecido de la
memoria.
Y en eso está: imaginándoselo todo ahora también, a bordo de un tétrico vagón de la Circle
Line londinense.
Hace calor, un automóvil rojo se detiene ante la verja del orfanato. Trascurren dos o tres
minutos. Son dos o tres minutos importantes: aquellos en los que la madre de Imi decide que se
separará de él para siempre.
Mientras tanto, el portero está aburrido.
En su garita, protegido del sol, está mirando un telefilm en