Después de hacer unas fotos en una fábrica de cocinas domésticas e industriales, donde yo debía aparecer preparando diversos platos en los novedosos modelos de la industria, y cuando ya guardábamos los equipos y las pantallas en nuestra camioneta, me llamó Palacios, el jefe de policía.
-Hay un nuevo video de cuando mataron a tu marido, un tipo que grababa a una vecina desnuda, captó el momento que lo matan a Rudolph-, fue lo que me dijo.
Quedé boquiabierta, con los ojos desorbitados, mis pelos erizados, conmocionada y al borde del infarto. De eso se dio cuenta mi amiga. -¿Qué ocurre Patricia?-, se preocupó.
-Hay un nuevo video de cuando mataron a Rudolph-, le dije abanicando mis ojos.
-Eso es bueno-, se entusiasmó mi amiga, brincando de gusto.
-No, no lo es-, balbuceé echa una idiota.
-¿Por qué no?-, se extrañó Alondra. Miré a mi amiga desconcertada, con mis mejillas despintadas, incluso muchas lágrimas se amontonaron en mis ojos y sentí que mis rodillas se doblaban como