Capítulo 4

¿Qué hacer? ¿Qué hacer?

Lisa estaba bloqueada, al ver a su pequeño convertirse les mostró a esos dos hombres lobos que era uno de ellos y estos lo estaban mirando con cara de sorpresa.

–Es un Alfa. –Gabriel, solo con verlo, pudo decirlo. La manera en que estaba delante de su madre tratando de protegerla de ellos lo demostraba. –¿Qué hace una humana criando a un cachorro Alfa? –Ellos no se habían dado cuenta de nada. No olía como hombre lobo, hasta hace unos momentos tenía un olor a humano y con esto fue que le surgió otra duda –¿Acaso eres humana?

Los dos la miraron y vieron cómo se sorprendió con esa pregunta.

–Eres una de los nuestros. –Patrick miró a Gabriel. –Y tú sin saber que hacer porque nuestra luna era una humana.

–¿Luna? –Lisa reaccionó con eso. Esto estaba cada vez peor. –Yo no seré tu luna.

–¿Me estas rechazando? –Gabriel eso no se lo esperaba.

–Si. –Lisa lo miró a los ojos cuando dijo esto. –No tengo ganas de tener compañero y mucho menos un Alfa.

–¿Ah? ¿Te molesta que sea un Alfa? –Gabriel estaba cada vez más sorprendido.

–Sí, los Alfas son egoístas, crueles, violentos, arrogantes, autoritarios.

La risa de Patrick se escucho por todo alrededor.

–Me gusta.

–¿QUÉ? –Eso sonó como un ladrido por parte de Gabriel hacia su mano derecha y lo miró como si quisiera castigarlo.

–Te faltó bipolar. –Patrick miro hacia Lisa al hablar, pero la vio retrocediendo asustada tratando de acercar al pequeño cachorro a sus brazos. –La asustas.

Rápidamente Gabriel se giró a mirarla y se dio cuenta que su beta tenia razón.

–Tranquilo. –Primero tenía que tranquilizar al cachorro, así que uso su voz de alfa con él. Un pequeño no tenia ninguna oportunidad de hacerle frente y pronto volvía a estar en su forma humana con ellos.

Lisa buscó en el furgón algo rápido con que vestirlo y así tenía un momento para analizar la situación. No tenía manera de salir de ahí por las buenas y creía que por las malas tampoco. Estaba completamente bloqueada, pero tampoco quería hacer lo que ellos quisieran. Tendría que esperar alguna oportunidad en la que pudiera escapar. No sería la primera vez que haría un escape. Con ese pensamiento listo volvió a enfrentarlos.

–No voy a ir a ninguna parte con ustedes. –Se los dijo firme, para que vieran que no estaba jugando.

–No te quedaras aquí. –Las palabras de Gabriel sonaron a órdenes en los oídos de Lisa.

–A mi no me das órdenes.

–Eres mi compañera. –Para Gabriel eso era lo primordial. Él solo estaba buscando lo que era mejor para su pareja y eso no era quedarse en esa ciudad rodeada de humanos. Ella tenía un lugar en el que estar: a su lado.

–No eres mi dueño. –Lisa estaba decidida a hacer lo que ella quería y lo primero era convencerlos de que de ahí ella no se movía.

Gabriel gruño. Su compañera en vez de loba era una mula.

A la mente de Lisa llegó una imagen de un alfa que odiaba. El padre de Theo. Por momentos parecía que ella iba a sufrir lo mismo que su amiga. Abrazó un poco más a Theo. No estaba dispuesta a soltarlo por el momento.

Y definitivamente ella no pasaría por lo mismo que Camila.

–No me iré. No pienso cambiar de opinión.

Gabriel no estaba acostumbrado a que alguien le llevara la contraria, siempre hacían todo lo que él quería. Todos.

Y justo ahora tenía que conocer a una porfiada.

–Volverás con nosotros a la manada Eclipse y punto.

No pensaba seguir con ese tema. No importara lo que Lisa dijera. Ella se iba con ellos.

Se acercó y antes de que se diera cuenta tenía al pequeño Theo en sus brazos.

–Suéltame. ¡Mamá! –Theo se revolvía entre los brazos de Gabriel, este lo abrazó mas fuerte.

–¡Devuélveme a mi hijo! –Lisa se tiró en su espalda dándole golpes para que soltara al niño. No tomó en cuenta a ninguno de los dos y le entrego el cachorro a Patrick.

–Nos vemos en la manada. –Se dio vuelta para abrazar a Lisa y que esta no se fuera encima de su beta y ambos vieron como el vehículo se alejaba. –Bien. Estamos listos. Ahora solo somos tu y yo caperucita. ¿Qué era eso de que no irías a la manada conmigo?

–Te odio.

*

–¡MAMÁ! –Los gritos de Theo ya estaban dejando sordo a Patrick.

–Hey chico ya para. Veras a tu madre pronto.

–¿De verdad? ¡Yo quiero verla ahora! Se quedó con ese hombre malo. –Theo estaba llorando, el necesitaba a su mamá. ¿Es que ese hombre no se daba cuenta?

–Él no es malo. Solo incomprendido.

–¿Qué es eso? –Theo preguntó al oír una palabra nueva para él.

–¿Incomprendido? Pues alguien a quien no entienden.

Theo estuvo en silencio por un minuto antes de volver a hablar.

–Quiero a mi mamá.

–Pronto. Lo prometo. Cuando lleguemos a casa la veras. –Iban pasando por el centro de la ciudad cuando Patrick tuvo una idea. Necesitaba ganarse al niño o si no el viaje seria horrible y él no se creía con la paciencia para soportar un viaje de dos horas a un niño. –¿Quieres un helado?

–¡Sí! –A Theo le encantaban los helados, si fuera por el todos los días y a cada rato tendría un helado, pero su madre era estricta y no lo dejaba comer mucho. –Quiero uno de chocolate.

En cuanto llegaron a una heladería Theo miro los sabores buscando su preciado chocolate y vio dos, chocolate normal y otro de chocolate suizo. Él debía tener los dos sabores.

Theo estaba en el cielo al probar su barquillo de dos sabores mientras volvían al vehículo. Se subió y Patrick le abrochó el cinturón de seguridad para después subirse él y poner el auto en marcha. El niño estaba feliz con su helado. Puso música y se fueron.

Cinco minutos después el helado había desaparecido y de algún modo en el vehículo se escuchaba a todo volumen la canción un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña con Theo cantándola a todo pulmón.

Cuando terminó se hizo el silencio por un segundo.

–¿Cuánto falta?

–Theo, salimos recién. Falta mucho.

–Ah.

La rana cantando debajo del agua empezó a escucharse esta vez y cuando terminó Patrick escuchó la misma pregunta.

–¿Cuánto falta?

–Mi alfa me odia. –Patrick tendría un viaje que nunca olvidaría.

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