El pasillo del hospital se extendía frente a ellos como un túnel interminable, iluminado por luces blancas y frías que parpadeaban de vez en cuando. El olor a antiseptico se mezclaba con el de la tristeza que impregnaba cada rincón de aquel lugar. Ava caminaba sin realmente ver por dónde iba, sus ojos estaban anegados en lágrimas que se negaban a dejar de caer, como si fueran la evidencia física de su dolor. Su pecho subía y bajaba de forma irregular, sintiendo que cada respiración era un esfuerzo titánico. Ethan seguía a su lado, con su presencia firme y constante, pero incluso su apoyo no parecía suficiente para evitar que el mundo de Ava se desplomara por completo.
El aire clínico del hospital pesaba sobre sus pulmones, sofocante, atrapándola en una realidad de la que quería escapar. El murmullo de los médicos y enfermeras se mezclaba con los pitidos de las máquinas y el ocasional sollozo de algún otro paciente o familiar. La noticia de la inminente partida de su madre resonaba en s