El sol apenas asomaba sus primeros rayos cuando Ava abrió los ojos. La habitación estaba en penumbras. Sintió el calor de un cuerpo a su lado y una respiración tranquila rozándole la piel.
Giró la cabeza y lo vio.
Ethan dormía con el ceño ligeramente fruncido, con su cabello desordenado y su brazo rodeando su cintura con posesividad. Ava sonrió para sí misma. Se veía tan diferente cuando dormía, casi… inocente.
Pero sabía que de inocente no tenía nada.
Se removió un poco, intentando zafarse de su abrazo, pero él gruñó en protesta y la atrajo más hacia él, hundiendo el rostro en su cuello.
—Ethan… —susurró ella, acariciándole la nuca.
—Cinco minutos más… —murmuró contra su piel.
Ava rodó los ojos y le pellizcó el brazo.
—Son más de las ocho. ¿No tienes que ir a trabajar?
Ethan abrió un ojo, mirándola con pereza.
—Soy el CEO, puedo tomarme vacaciones cuando quiera.
Ava soltó una risa divertida y le revolvió el cabello aún más.
—Qué conveniente…
Ethan gruñó con satisfacción y volvió a ce