XXI

Un segundo más tarde, cuando su orgasmo sigue vibrando dentro de ella y no puede controlar el temblor de sus músculos, Matteo cae a su lado. Silencio se expande por la habitación, creciendo hasta que ocupa todo el espacio disponible y comienza a asfixiarlos. Andrea no tiene ni idea de qué decir, ni mucho menos de qué hacer. ¿Debería devolverle el favor? ¿Ir a limpiarse? ¿Darle las gracias?

Ugh, odia estos momentos de incomodidad, le ponen los nervios de punta.

—Para ser un hombre tan civilizado, se nota que te gusta cazar tu comida— una risita nerviosa sale de ella.

Hay un lapsus de silencio sepulcral que la hace lamentar todo lo que ha sucedido en los últimos minutos y está levantándose para poner fin a la situación cuando Matteo estalla en carcajadas, el sonido ronco y contagioso, jovial y tan relajado que la a

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