114. ¡¿Cuándo vas a madurar, Said?!

El alba despuntaba sobre la ciudad, tiñendo de dorado las calles aún adormecidas. En el interior de la opulenta mansión de Asad, reinaba una atmósfera densa, cargada de tensión y desasosiego.Más de un mes había transcurrido desde la inesperada partida de Irina y Amir, sumiendo a Asad en un mar de incertidumbre y una irritabilidad creciente.

En la amplia sala de estar, Asad y su hijo Said se encontraban envueltos en un áspero intercambio de palabras, cada una de ellas como una daga envenenada que laceraba el aire. La electricidad crepitaba en el ambiente, palpable en cada gesto y en cada tono de voz.

—¡¿Cuándo vas a madurar, Said?! —tronó Asad, su voz cargada de autoridad y frustración—. ¡Es hora de que asumas tu papel como heredero de esta familia! Ahora que Amir se ha marchado, necesitas tomar las riendas.

Said, con la mandíbula tensa y los puños apretados, no rehuyó la confrontación.

—¿Y cuándo vas a dejar de vivir en el pasado, padre? ¡Irina y Amir no regresarán! Y no lo harán por
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